Un día en una clase platicábamos sobre el miedo, de pronto una tonta dijo:
- Yo le tengo miedo a envejecer, prefiero morir joven.
A través de años de repasar esa frase he llegado a cierta conclusión. El miedo a envejecer no sólo es la más pura forma de vanidad, es también un abrazo y aceptación a la ignorancia.
No digo que la edad dé conocimiento, pero da tiempo, y depende mucho de cada persona cómo decidan aprovechar ese tiempo.
Decidir morir joven es no querer tener un día más para superarse, un día más para aprender, para experimentar. No creo que llegue un día en el que una persona diga: ya sé todo lo que debía de saber y por eso puedo morir.
Al fin y al cabo vida sólo hay una, y querer morir pronto sólo por no querer ver desgastarse el cuerpo, es estúpido, es evitar una experiencia más que puede llegar a dar muchas satisfacciones y tiempos de reflexión. Es como decir: prefiero morir joven y estúpido, a esperar un día más, un año más, y ver todas las demás cosas que puedo aprender.
Yo sí, prefiero morir con el cuerpo desgastado, con la cara llena de arrugas, con el cabello blanco pero sabiendo que tomé cada momento que la vida me dio para aprender, a morir con una belleza que se acabara al momento justo de la muerte, y con la cabeza además llena de lagunas por las cosas que me quedé sin aprender.