Rubén Darío

Un intelectual no encontrará en la tarea periodística sino una gimnasia que lo robustece. Rubén Darío
No soy intelectual ni periodista, pero sí creo que el ejercicio de redactar las ideas y ponerle palabras a los sentimientos ayuda a aclarar el pensamiento.
An intellectual will not find in the journalistic work but a gymnastic that strengthens. Ruben Dario
I am not an intellectual nor journalist, but I do believe the work of write down ideas and putting words to the feelings helps to clarify the thoughts.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Otra vez muero de amor por ti

Había estado evitándote por todos los medios, y no sólo evitaba encontrarme contigo sino que cada que alguien te mencionaba cambiaba el tema repentinamente. Como si con el hecho de no mencionarte lograra sacarte de mi vida.
Trataba de convencerme que sólo eras un recuerdo en mi vida, un recuerdo importante de toda una etapa en la que me entregué por completo a ti, tratando de cumplir cada una de tus demandas, sin lograr realmente mucha atención de tu parte.
Finalmente vino el encuentro, mentiría si dijera que no sentía nervios de volver a verte, volver a tratarte. Intenté que no me afectara, casi quería darme cuenta de que ya no movías ningún sentimiento en mí. Pero no fue así.
Bastaron segundos para que volvieras a seducirme con tus caprichos, tus complicaciones, tus maravillas. Volví a descubrirte pero con nuevos ojos, con los ojos de alguien que se re-enamora, que se da cuenta de porqué surgió ese sentimiento una primera vez.
Y me dio gusto darme cuenta de lo bien que te conocía, de lo normal que me resultaban tus reglas, de la facilidad con la que aceptaba cada nuevo obstáculo que ponías. Porque justo lo que siempre he amado en ti es encontrar la respuesta a tus acertijos, como ir armando un rompecabezas de exigencias y caprichos, que una vez que logro armar te descubro elegante, sonriente, simple; sin que muchas personas logren darse cuenta de lo difícil que es sacar esa parte de ti.
En vez de indiferencia de mi parte lograste que me re-enamorara, que quisiera luchar por conquistarte, por llamar tu atención, por ser yo quien te descifrara. Y descubrí el impulso que necesitaba para volver a intentar algo, para no darme por vencida, no después de todo este tiempo.
Sigues y seguirás siendo uno de mis más grandes amores, Arquitectura.

lunes, 27 de mayo de 2013

Yo no crecí con cuentos de hadas

O más bien sí, pero de alguna forma siempre supe que eran mentira.
Yo crecí con los cuentos de Oscar Wilde, que desde que mi hermana aprendió a leer le pedía una y otra vez que me leyera. Crecí con los cuentos de Horacio Quiroga, que mi papá cada noche se sentaba a leer y siempre me hacían tener sueños con animales extraños, pero me encantaban. Crecí leyendo a Bécquer, y me imaginaba viviendo en algún ambiente misterioso como los que describe.
Y esos cuentos eran mi verdad, no los que terminan en 'vivieron felices por siempre', sino los que terminaban con algún misterio, con una lágrima, con un corazón roto, con muerte.
Crecí sabiendo que los príncipes azules no existen, y que si alguna vez planeaba encontrar el amor tendría que estar dispuesta a morir en el intento, a pasar por dificultades, por la decepción, a aceptar a alguien lleno de defectos, de pobreza, de dolor, tristeza y hasta locura.
Y todo esto viene porque... dicen que las mujeres siempre esperamos encontrar al valeroso caballero de sangre azul a que nos rescate, pero la verdad es que los hombres también buscan por todos lados a su princesita encantadora y eternamente sonriente, frágil y hasta a veces sin chiste, a quien lo más emocionante que le ha pasado en la vida es haberlos conocido. Y yo no soy eso, nunca lo he sido, jamás podré serlo.

Soy un ruiseñor cantando sus mejores canciones mientras se clava una espina en el corazón, para que nazca una rosa, para que sea roja como la sangre, como el amor. Un ruiseñor que muere en un sueño de amor, sólo para ser despreciado y aplastado después. Un ruiseñor muriendo en vano.

viernes, 17 de mayo de 2013

Soñé que morías

Sé que no es muy halagador, pero es la verdad. Fue hace varios meses ya, pero ha tenido más impacto en mí con el paso del tiempo.
Todo comenzaba con la noticia, como en todo sueño donde la realidad es un tanto extraña resultaba que sabías con exactitud el día y la hora de tu muerte. Nos dabas la noticia a varios amigos tuyos, en donde, cosa no muy rara siendo un sueño mío, estaban todos los buenos amigos que tenemos en común.
Lo extraño era que todos se lo tomaban bastante bien, como si hubieras dicho: me iré de viaje. Lo aceptábamos y estábamos dispuestos a disfrutar el tiempo que nos quedaba contigo. Sin embargo, había cosas específicas que aún querías hacer, y eso nos convertía en tu equipo organizador de las cosas que querías hacer antes de morir, no había nada estrafalario: una fiesta con todas las personas que quieres, un viajecito corto con esas mismas personas, todo estaba más enfocado a disfrutar de la gente, de las risas y del tiempo.
Llegaba el día de tu muerte, por alguna razón habías escogido un bosque para morir. Caminábamos por él, no como un cortejo fúnebre, sino como si fuera cualquier paseo que darías con amigos. En determinado lugar dijiste: ya casi es hora. Y comenzaste a despedirte de todos, de todos y cada uno. Un abrazo, unas palabras, un agradecimiento. Cada quien tomaba su turno y te dejaba ir, como si fuera cualquier cosa.
A pocos minutos de la hora indicada para tu muerte habías terminado ya de despedirte, y mientras todos formábamos un círculo, te recostabas entre las hojas secas que había y te quedabas ahí. Recuerdo estar observando con claridad cómo tu cuerpo se movía por tu respiración, los párpados cerrados, pero aún había algo de movimiento, a veces acomodabas una mano, a veces una pierna y luego, todo a un mismo tiempo se dejaba de mover, era la hora: habías muerto, la energía se había escapado de ti.
Me perdí, me perdí en la locura, en la desesperación, apenas lograba comprender que jamás en la vida volvería a verte sonreír, jamás escucharía tu risa ni tu voz, jamás volvería a abrazarte, jamás volvería a ver tus ojos. Y no entendía ¿por qué? ¿por qué una persona tan llena de energía había dejado de moverse? ¿por qué ya no tenía vida cuando en realidad tenía tanto por hacer? ¿por qué tenía que verte morir? ¿por qué dejarte ir? ¿y por qué demonios todos estaban tan tranquilos? Y yo comenzaba a gritar, a gritar que eso no era posible, y corría hacia ti y te abrazaba, y te hablaba esperando una respuesta, y lloraba desesperada ¿por qué ya no te movías? Si apenas unos segundos antes estabas de pie sonriendo a todos. Te gritaba llorando que despertaras, que te quería, que no te fueras.
Algunos se acercaban a mí, déjalo ir, decían, ya cálmate. Y yo no comprendía, ellos no te quieren como yo, ellos jamás entenderán lo que es para mi vivir sin ti, lo que es el mundo sin ti.
Lograban a la fuerza que te soltara, pero yo seguía gritando y llorando, intentando llegar a ti, para que despertaras, para que no me dejaras. Comenzaban a cubrir tu cuerpo con hojas secas, porque así lo habías pedido, no quedarías cubierto de tierra, sino de hojas secas y no era hasta que te cubrían completamente que por fin me soltaban, y aún así yo corría hacia donde segundos antes había estado tu cuerpo sin vida, y comenzaba a sacudir las hojas secas, a tratar de volver a tocarte aunque no te movieras, para verte una última vez, pero por más que sacudía las hojas y que escarbaba por todos lados tu cuerpo ya no estaba, había desaparecido. Y entonces grité aún más fuerte... habías desaparecido realmente, de nada me serviría encontrar un cuerpo sin vida cuando todo tú estás lleno de ella, de que me servía un cuerpo sin energía si todo tú eres energía.
Gritaba y lloraba, lloraba y gritaba, sin entender, sin aceptarlo, desesperada, vacía...
Me desperté...
Es difícil describir la sensación con la que desperté: casi gritando, casi llorando, casi dormida y casi despierta, creyendo que había sido cierto que habías muerto. Luego la lucidez llegó, había sido un sueño, no pude evitar la inmensa paz y alegría que me invadió. Sí volvería a verte reír, volvería a abrazarte, volvería a ver ese cuerpo lleno de energía. Aún cuando en ese momento no pudiera verte supe que estabas en algún lugar, respirando, moviéndote, viviendo. Sonreí casi como si hubiera recibido la mejor de las noticias, acababa de pasar de la desesperación total a la inmensa alegría en un instante y no pude evitar recordar estos versos:
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

domingo, 21 de abril de 2013

Es más fácil amar

En la plática del fin de una relación con un chico él me dijo:

Es más fácil amar que estar enamorado.

En ese momento no lo entendí, yo sentía que lo amaba y el fin de la relación me dolía y parecía tan difícil poder aceptarlo. Y él parecía que sólo había estado enamorado y le era tan fácil ponerle fin y seguir adelante.

Hoy, en (probablemente) la plática del fin de otra relación y pensando y reflexionando sobre qué es estar enamorado, finalmente lo entendí.

Amar es más fácil, por que lo das todo, porque nada más importa, porque tienes el corazón y el alma al descubierto, listo para ser desgarrado sin que te importe, sin que eso signifique el fin del sentimiento, sin esperar nada a cambio, agradeciendo lo poco o lo mucho que te dan.

No puedo terminar esto sin decir: Gracias. Eres de las personas de las que más he aprendido en la vida.

sábado, 20 de abril de 2013

Insomnio


No puedo dormir, tengo un insomnio terrible, que desgracia ser tan sensible o simplemente tan estúpida.


Frida Kahlo