Resulta un
tanto extraño cómo un paisaje tan desértico y tan árido hubiera creado una
impresión tan positiva a la vista, estoy segura que es por la energía que ahí
se respira, que se siente, por el lugar tan distinto a cualquier otra cosa
antes vista, y estoy segura que un atardecer en el Valle de la Luna es una de
las veintiún mil millones de cosas que una persona debe de hacer antes de
morir.
Los géiseres
resultaron increíbles, a pesar de los problemas de presión a los que nos
enfrentamos, pero no era para menos al encontrarnos a -14°C y a 4,300m sobre el
nivel del mar. Y el paisaje tan contrastante, nieve cerca de chorros de agua
hirviendo, ojalá mi cuerpo hubiera resistido un poco más, pero supongo que
todos tenemos nuestro límites.
En Laguna
Cejar el agua estaba helada, pero la sensación de estar flotando fue increíble,
no hacía falta hacer mucho esfuerzo para notarlo, el agua empujaba los pies
hacia arriba, y no importaban los 50m de profundidad que tenía la laguna,
porque de cualquier forma se podía flotar.
En Pukara de
Quitor había una zona arqueológica, pero no entré porque la entrada estaba
cara, pero me contenté con mirar las rocas alrededor con tonalidades tan
distintas y sentirme un poco perdida a mitad del desierto. Me senté a platicar
no sólo conmigo misma, de quien tal vez ya estaba un poco cansada, sino a
platicar con las piedras, con la arena, con el sol y el aire. Ahí había dos
cabezas de indios talladas en las piedras, me encantaron, parecían estar ahí
desde hace mucho tiempo, como si una persona realmente hubiera podido fundirse
con la montaña de rocas y arenas y quedarse vigilante para siempre de ese
lugar.
Jamás me
cansaré de decir lo magnífico que me resultó San Pedro de Atacama, con todos
los lugares que hay por recorrer, a pesar de que todo está tan lleno de arena y
piedras y nada.
Hay muchos otros recorridos que hacer por allá, incluyendo el de las
Lagunas altiplánica al que, después de haberme puesto mal en los Géiseres del
Tatio, ya no quise ir, así que estoy segura que algún día regresaré y me
quedaré contenta con haber visitado cada rincón de aquél lugar que se quedó con
una gran parte de mi corazón y admiración.
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