Fue un día en que no esperaba verte, iba camino a mi casa cuando te encontré platicando.
- Ven- me dijiste.
Estaba sorprendida por verte, había algo extraño en ti ese día. Me diste un regalo y sonreí. Me abrazaste y me besaste, sabías a cigarro, mucho; casi te empuje con tal de terminar con ese beso.
- Sabes a cigarro- te dije.
Diste uno de tus suspiros de aburrimiento, me despedí.
Es curioso como ese día caminé sonriendo, me habías abrazado, me habías dado un regalo, y aunque el beso no había sido justo uno de los mejores, pensé que después habría oportunidad de uno mejor.
Pero no fué así, después de eso apenas y platiqué contigo, y cuando por fin te vi, me tomó tres segundos darme cuenta de que todo había cambiado, y entonces empecé a preguntarme si ya habías pensado en eso desde la última vez que nos habíamos visto ¿había sido ese regalo para calmar tus culpas? ¿había sido un abrazo de despedida? ¿un beso de despedida?
En realidad lamento que el último beso no haya sido justamente el más padre de todos, más porque en realidad disfrutaba besarte, pero jamás me agradó el sabor a cigarro en un beso.
De haber sabido que ese era el último beso que te daría seguramente habría hecho lo mismo, te habría empujado con tal de terminarlo pronto, tanto detesto el sabor a cigarro en un beso.
Ningún beso debería saber a cigarro, ni el primero, ni el último... NINGUNO
No hay comentarios:
Publicar un comentario