Seguir los sueños, caminar sobre nubes, volar, ver el mundo, desafiar lo imposible, dar un respiro de fantasía a la gente, y ser transportado a un universo donde no existen limitaciones.
¿Qué diferencia existe entre un loco y un soñador? ¿dónde está la línea de la fantasía y la realidad? ¿Qué tan lejos está la magia de la vida?
La cotidianidad apesta! Los sueños, la creación, la imaginación, la libertad de la mente y traspasar las barreras físicas para dejar que el espíritu vuele por lugares nunca antes pensados.
Existe un sueño para cada persona, y sólo en sí mismo se encuentra la fuerza necesaria para lograrlo. Cuando la pasión supera los límites del cuerpo y se convierte en la razón de existir, es cuando una persona es capaz de contagiar ese entusiasmo, y convencer al mundo de que todo es posible.
La pasión no tiene límites, y si la vida está llena de pasión, es una vida sin límites. La pasión lleva a la creación, y esa es tal vez el mejor aporte que una persona puede tener para su propia vida, y para las demás personas.
La pasión llama a las personas, ese sueño es como una inquietante voz que zumba dentro de cada cabeza, y saber escucharlo depende también de saber callar las voces que mil veces dirán que eso no se puede hacer.
No existen límites, sólo obstáculos a vencer. No existen cosas imposibles, sólo existe el camino más adecuado que lleva al logro de los sueños.
La vida no sólo es blanco y negro, está llena de matices, y no existe sólo lo posible y lo imposible, sino aquellas cosas que uno decide intentar hacer, y las que no.
Una vida que se vive al límite no significa correr riesgos absurdos, significa saber ver más allá de lo que la demás gente ve, no significa contradecir a las demás personas, sino brindarles la oportunidad de creer tanto como uno mismo en la aventura de vivir decidido a lograr cualquier sueño, y compartir el goce de una meta alcanzada es equivalente a haber alcanzado cualquier estrella.
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