Cada año este día está apartado para uno de mis más grandes placeres: la danza. Desgraciadamente el año pasado la influenza se me atravesó y mi plan de pasar tooodo un día viendo danza se arruinó. Este año por compromisos previos no podría salir a disfrutar de los diversos eventos que hay en honor a este día, pero eso no significa que no lo celebrara.
Por casualidades del destino me encontré frente a un escenario vacío, con mis pies descalzos y ropa lo suficientemente cómoda como para intentar algo... me puse a bailar...
Más que bailar para alguien lo hacía para mi... recordando cuando mi cuerpo era capaz de hacer cosas que ahora por falta de práctica se han perdido. Fue padre darme cuenta que mi cuerpo recuerda ciertas cosas... aún tiene un poco de fuerza... de flexibilidad... recordé lo que es bailar con el alma... lo que es dejar que la gente me vea tal cual soy, mis debilidades, mis defectos, mis angustias, mis alegrías... todo eso por el simple hecho de verme bailar... recordé lo que era poder desahogarme bailando, poder llorar bailando... poder reír bailando.
- ¿Lo extrañas mucho?- me preguntó un amigo.
- sí - contesté.
- Se nota - dijo.
Nada pudo haberme hecho más feliz que escuchar eso, porque la danza siempre fue y tal vez siempre será el mejor modo que tengo de expresarme... por sobre el teatro, sobre las palabras... siempre siempre la danza será mi #1... aunque el tiempo que exige no lo tenga, mi corazón (mis pies, mis manos, mis brazos, mis piernas, mi vida, mi alma) pertenecerá por siempre a la danza (y a la arquitectura, pero ese es otro rollo).
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