Alguna vez dije que, cuando leo algo y encuentro ahí descrito el sentimiento que alguna vez me ahogaba y al que no había podido ponerle palabras, es cuando me enamoro de un texto. Por hoy sólo escribiré esto:
¿De qué me sirvió a mi el orgullo? ¿De qué me sirvió dejarte despierta noches y noches? ¡De nada! Sirvió para echarme fuego encima, porque tú crees que el tiempo cura y las heridas cierran y eso no es verdad ¡no es verdad! Cuando las cosas llegan a los centros no hay quien las detenga.
Federico García Lorca
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