El 2012 es año
de elecciones ¿qué tal?
No me
considero apolítica, algún día leí o escuché en algún lado que lo peor que le
puede pasar a un país es estar gobernado por personas a las que sí les interesa
la política. Desgraciadamente creo que es el caso de México, la gente es ya tan
indiferente a lo que sucede en el ámbito político, donde el decir: todos los
políticos son iguales, todos son una bola de rateros; basta para que cualquier
debate sobre algún candidato político se termine sin llegar a ninguna
conclusión productiva.
A pesar de que
yo también considero que todos son iguales y que todos son una bola de rateros,
estoy segura que no por eso las personas deben de hacerse los sordos ante lo
que sucede en su propio país con la gente que los está gobernando.
Sí, a mí
también me llega a dar un poco de flojera hablar de política, y a veces hasta
me aburre, por no decir que me enredo entre los términos centralistas,
comunistas, demócratas, socialistas, derechistas, izquierdistas, comunistas, y
las respectivas mezclas que luego hacen. Sin embargo, considero como un deber
de todo ciudadano poner interés en la ideología y las propuestas que cada
candidato a cualquier cargo público presenta, aunque la mayoría de sus discursos
sean la misma gata pero revolcada.
Un ciudadano
no puede exigir, si no es capaz de cumplir con su deber como ciudadano:
Informarse y votar.
Me encontré
con un artículo de Jordi Borja de hace algunos años y me gustaría hacer
referencia a él en varios aspectos.
“Votar o no votar, he aquí el dilema.
¿Votaré al que puede evitar que gane el peor, aunque sea un voto a favor de un
partido o candidato que no quiero y que con mi voto se sentirá reforzado y hará
más difícil que emerja una alternativa mejor? ¿No votaré para que se enteren de
que ninguno me gusta y si mucha gente hace lo mismo podremos esperar que en el
futuro surjan opciones mejores? ¿Pero con mi abstención no contribuyo a que
ahora gane el peor de todos, lo cual seguramente aleja aún más las posibilidades
futuras de que aparezca algo nuevo? ¿Votaré a una candidatura muy minoritaria,
pero con la que me siento más próximo aunque quizá no obtenga ningún electo, y
que si lo tiene es muy posible que no pueda evitar que el peor alcance el
poder, puesto que votos como el mío habrán debilitado a la opción que podría
impedirlo?”
Creo que esas son las preguntas que
rondan en mi cabeza cuando comienzo a pensar en qué debo hacer con la
responsabilidad que cae sobre mi voto, y encontrarle respuesta resulta más
difícil de lo que parece. Ahora, Jordi Borja es español, y seguramente no es la
única persona en Europa que alguna vez se planteó esas preguntas. ¿Qué pasa con
los políticos en todo el mundo? ¿Qué pasa con los candidatos y sus propuestas?
La gente ya no cree en ellos, ¿qué pasa cuando te dan escoger entre comer
mierda o comer más mierda? ¿cómo generar una propuesta que realmente anime a un
pueblo? ¿cómo hacer que un pueblo vuelva a creer en la gente a la que le
brindan la oportunidad de gobernarlos?
“¿Cómo puede ser que gente como
nosotros, que hemos deseado siempre que hubieran elecciones libres, que hemos
trabajado para hacerlo posible, ahora no sepamos a quiénes votar y estemos
tentados por la abstención?” No votar es un insulto a todas las personas que en
algún momento defendieron la voz del pueblo ¿pero qué pasa cuando ningún
candidato representa esa voz? ¿cómo se hace uno escuchar a través de una
boleta?
“Un voto negativo anula un voto
positivo. Sería la mejor manera de reducir la abstención.” Un voto negativo
para todos los candidatos, un voto en blanco, porque votar en blanco no es lo
mismo que no votar, no votar es callarse, votar en blanco es levantar la voz
diciendo NO a todos los candidatos, en espera y buscando una propuesta mejor.
Texto completo de Jordi Borja acá http://www.elpais.com/articulo/cataluna/Votar/elpepiespcat/20080204elpcat_3/Tes
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